martes, 30 de junio de 2015

21 años de la Organización Campesina de la Sierra del Sur


Víctor Cardona Galindo
El día primero de enero de 1994, por medio de la televisión se conoció el levantamiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, de inmediato la prensa local y nacional volvieron los ojos hacia Atoyac. Acá se sabía, que en 1984, cuadros renovados del Partido de los Pobres (Pdlp) en alianza con el Partido Obrero Clandestino-Unión del Pueblo (Procup) llegaron a construir una nueva guerrilla. El órgano de información y propaganda de esa organización armada, El Proletario, llegaba a nuestros domicilios sin que pagáramos la suscripción.
Se venía de una elección que se caracterizó por la intolerancia y agresividad en contra de la oposición, un ejemplo fue el 11 de noviembre de 1992, cuando un grupo de priistas impidió que perredistas realizaran pintas, en la colonia 18 de mayo, de su candidato a gobernador Félix Salgado Macedonio que competía contra Rubén Figueroa Alcocer. Aquél día el dirigente del PRD Secundino Catarino Crispín denunció: “la candidatura de Rubén Figueroa, ha traído como consecuencia un cuadro de inseguridad y violencia, misma que trae consigo la inestabilidad en el municipio… la única manera de evitar otro genocidio como el de los años 70s, es la derrota electoral de las fuerzas autoritarias y parapoliciacas representadas por el abanderado del tricolor”. Para esas fechas los priistas de Corral Falso habían borrado las pintas que los perredistas había hecho en esa comunidad. Esa entre muchas agresiones.
Hilario Mesino Acosta, Layo, es fundador de la Organización 
Campesina de la Sierra del Sur (OCSS); su hermano 
Alberto fue desaparecido por militares en la década de 
los setentas. Foto Víctor Cardona Galindo

Ese año 1992 se supo que alguien había robado un arma larga de la guardia del 49 Batallón de Infantería, lo que provocó una movilización militar en las colonias aledañas al cuartel y en la sierra de Tecpan de Galeana. Finalmente se supo que los soldados recuperaron el arma. El 16 de septiembre de 1993 aparecieron varias pintas en diferentes bardas de la ciudad de Atoyac que decían “Únete a la guerrilla, Procup-PDLP”.
Para entonces los secuestros ya eran una constante en el municipio desde el 15 de octubre de 1989, a las 7 de la mañana, fecha y hora en que secuestraron a Marcelino Garibo Hernández y hasta 1994 ya habían secuestrado unas noventa personas en todo el estado, con mayor incidencia en la Costa Grande principalmente en Atoyac. Era un secreto a voces que la policía judicial estaba detrás de esos plagios.
Pero el 3 de octubre de 1993 María de la Luz Núñez Ramos ganó la presidencia municipal de Atoyac, por el PRD, y como alcaldesa de oposición enfrentó al reducto figueroista de El Paraíso, encabezado por Epifanio Hernández Vélez quien controló el ejido por 20 años y había sido miembro de un grupo de judiciales al servicio de Mario Arturo Acosta Chaparro un militar responsable de muchas desapariciones forzadas en los setentas. Haciendo justica al PRD, Núñez Ramos convocó a nuevas elecciones y la comisaria municipal quedó en manos de ex priistas aliados al partido del sol azteca, mientras la atención nacional se centraba en este municipio cafetalero, cuna del guerrillero Lucio Cabañas Barrientos.
A raíz del levantamiento de Chiapas, en enero de 1994 comenzaron los sobrevuelos de helicópteros y aviones en la sierra de Atoyac y el sábado 8 de enero estalló una granada en la Palacio Federal de Acapulco, acción que reivindicó el Procup-Pdlp. La detonación causó daños leves en la parte de atrás del inmueble donde estaban las oficinas del Banjercito. La sospecha de que la guerrilla se estaba formando creció, pero como siempre los órganos de inteligencia del Estado dieron palos de ciego.
El 2 de febrero de 1994, en la primera plana de El Sol de Acapulco, José Antonio Rivera Rosales publicó la nota “Detectan grupos subversivos en la Sierra de Guerrerense”, donde daba a conocer un informe que implicaba a Severo Oyorzabal con un grupo subversivo y hablaba de un campamento de adiestramiento en Pandoloma, en la parte alta de la sierra. Severo era el líder del Consejo Supremo de los Pueblos del Filo Mayor, organización que había surgido el 22 de febrero de 1992, para pedir mayor atención gubernamental en la zona de La Sierra que estaba totalmente olvidada.
En el cuerpo de la nota se decía que hubo movimientos de gente armada el 8 de enero, en la zona de El Quemado y Tepetixtla y al día siguiente en El Paraíso y Cucuyachi. Se hablaba de la llegada a Guerrero de diciembre a enero de 20 mil armas automáticas, entre otros datos y avistamientos guerrilleros.
Con la llegada de Rubén Figueroa Alcocer a la gubernatura del estado, en Atoyac los agentes de gobernación estatal se multiplicaron, inteligencia militar estaba hasta en la sopa y la Policía Judicial amplió el número de madrinas.
Así estaban las cosas cuando el 21 de enero, la policía municipal detuvo en El Ticuí a Antonio Ramírez Moreno y Nicolás Carmona Dorantes, dos policías estatales, que pretendían secuestrar al niño Ramiro Torres Radilla, hijo de la directora de la escuela primaria Valentín Gómez Farías. Esa fue la muestra que los cuerpos policiacos estaban inmiscuidos en el clima de inseguridad que se vivía en Atoyac.
Y estando al mando del 49 Batallón de Infantería el coronel Rubén Benzor se intensificó la presencia militar en la sierra durante el mes de febrero. María de la Luz pedía que se quedara el ese Batallón, que estaba por cambiar su sede a Petatlán, y que salieran todos los grupos policíacos estatales, para formar un cuerpo de seguridad ciudadana con gente conocida y honorable del municipio.
El 24 de febrero Cuauhtémoc Cárdenas recorrió la Costa Grande, en su tercera gira por el estado. De acuerdo a la nota de Maribel Gutiérrez, Félix Salgado Macedonio dijo en el mitin de Coyuca de Benítez que “las condiciones sociales, económicas y políticas en Guerrero, son similares a las que provocaron el levantamiento armado en Chiapas –pero luego agregó- Cuauhtémoc Cárdenas nos ha llamado a mantenernos en la lucha pacífica”.
Ya para esa gira del principal líder de la izquierda, el subcomandante Marcos vocero del EZLN eran uno de los íconos de la lucha, su rostro ya estaba pintado en varias mantas. En Atoyac Ángeles Santiago Dionisio, ante Cárdenas recordó los alrededor de 600 desaparecidos políticos de la llamada Guerra Sucia, “queremos que usted, cuando sea presidente, escuche el clamor para que se resuelvan estas casos”.
La planilla de comisarios de El Paraíso que se eligió el 20 de febrero de 1994 quedó integrada por el propietario Evaristo Castillo, como suplente Rafael Adame Juárez y como vocales Alberto Sotelo Lucena y Ricardo Lucena Basave. María de la Luz les tomó protesta el 27 de febrero, en un cabildo abierto, donde se informó que la señora Engracia Sotelo se negaba a entregar el registro civil de esa población.
Manuel García Cabañas era el delegado del gobierno del Estado en la Costa Grande y Juan Méndez Mejía tenía la delegación municipal que funcionaba como un Ayuntamiento paralelo. Y El Paraíso era el punto de conflicto, donde el gobierno estatal y el municipal medían fuerzas.
En 1994 segundo año de gobierno de Rubén Figueroa Alcocer, Guerrero estaba convulsionado sumido en la pobreza hecho que se reflejaba principalmente en las comunidades de la Sierra y la Montaña.
En este contexto y ante la situación de miseria y represión que se vivía varios campesinos reunidos acordaron llamar a formar la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS).
Y surgió esa agrupación para pedir la presentación con vida de los alrededor de las 600 víctimas de la desaparición forzada y castigo a los culpables, exigir que las autoridades atendieran sus demandas para el mejoramiento de viviendas, introducción de agua potable y energía eléctrica, apoyos a la comercialización de los productos del campo y alto a tala indiscriminada de los bosques. Se pedía además el respeto a los derechos humanos y un alto a la represión de los militares, policías estatales y municipales a los campesinos. Exigían se les respetara su libertad a manifestarse.
Fue un grupo de dirigentes campesinos el que convocó, el 14 de febrero de 1994, a la creación de la OCSS, entre los que estaban Marino Sánchez, Benigno Guzmán y el atoyaquense Hilario Mesino Acosta. Ellos fueron los fundadores.
Hilario Mesino Acosta, nació el 14 de enero de 1938 en San Juan de las Flores es hijo de Ramón Mesino Castro y Juana Acosta Martínez. Es el sexto de 12 hermanos: Francisca, Juana, Margarito, Salomón, Severiana, Sulpicia, Inés, Lucía, Hermenegilda, Alberto y Bernardo. Está casado con Alicia Mesino Castro con quien tuvo ocho hijos: María de la Luz, María del Carmen, Miguel Ángel, Eugenia, Norma, Víctor, Rocío y Carlos.
Dos de sus hijos han sido víctimas de la violencia, Miguel Ángel que era el tercero y Rocío que era la cuarta. El fundador de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, es sobreviviente de la Guerra Sucia de los años setentas, su hermano Alberto Mesino Acosta fue desaparecido por el Ejército el 18 de junio de 1974. 
Layo, como le dicen de cariño, vivió la mayor parte de su vida en El Escorpión de donde salió en 1994, a raíz de la represión que se desató en contra de la Organización Campesina de la Sierra del Sur.
Fue en un congreso del 19 y 20 de marzo de 1994, con la participación de unos 300 campesinos que la organización quedó formalmente constituida en la comunidad de Tepetixtla municipio de Coyuca de Benítez. Se sabe que fue Miguel Ángel Mesino quien hizo la propuesta del nombre a la agrupación.
La organización creció muy rápido, tenía militantes en Coahuayutla, La Unión, Petatlán, Atoyac y Coyuca de Benítez. Desde un principio el gobernador Rubén Figueroa Alcocer manifestó su sospecha de que la OCSS estaba vinculada a grupos armados. Aunque la agrupación no contempla en su declaración de principios, ni en su programa la vía armada para la toma del poder. También algunos medios de comunicación dijeron que la OCSS era fachada de un grupo guerrillero.
La declaración de principios de la OCSS dice que su lucha será popular: “pues aspiramos a representar los intereses del pueblo trabajador; por su funcionamiento será democrática, ya que seremos todos los integrantes de ella quienes decidamos la política a seguir y la manera de cumplir las tareas que nos planteamos; por su relación con otras organizaciones será solidaria, pues sólo un amplio apoyo permitirá lograr la consecución de nuestros objetivos, así como contribuir a que otros trabajadores logren los suyos; por la forma de luchar por sus demandas será combativa, pues la experiencia ha demostrado que con la lucha firme y decidida puede obligarse a la burguesía y al Estado a reconocer los derechos del pueblo y a respetar sus conquistas” publicó Álvaro Delgado en un reportaje titulado: “La situación en la sierra guerrerense, similar a la que abonó la guerrilla de Lució Cabañas”, en la revista Proceso, número 975 del 10 de junio de 1995.
La OCSS se propuso llevar a cabo un programa de 12 puntos, entre ellos la dotación de servicios a la población pobre; la obtención de créditos para la producción y comercialización de sus productos; cese de la represión por parte de la policía motorizada, judicial y del Ejército; castigo a los responsables de la represión, cese de la violación a los derechos humanos, libertad a los presos políticos, educación política al pueblo y respeto a la voluntad popular.
En sus documentos, la OCSS reprueba también que todavía mueran miles de niños por enfermedades curables y que carezcan de educación, la discriminación de los indígenas y, por eso, propone: “Que unidos los campesinos con los obreros y el pueblo trabajador podemos luchar por los intereses de México que hoy están siendo vendidos por la clases dominante”.
“La organización desde su nacimiento ha utilizado métodos de lucha calificados como radicales por los propios perredistas y otros dirigentes campesinos. Algunos de sus militantes son familiares de los desaparecidos durante los años de la guerrilla de Lucio Cabañas”, dice el reportaje de Álvaro Delgado.


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