sábado, 21 de febrero de 2015

Levantamientos recurrentes en la región de Atoyac (Onceava parte)


Víctor Cardona Galindo

Con el pretexto de la persecución de los guerrilleros Cívicos y del Partido de los Pobres, durante 1970 se agudizaron las detenciones, torturas y asesinatos, en la Costa Grande y Costa Chica. Estaba como comandante de la 27 zona militar el general Miguel Bracamontes García, quien tenía en su haber la desaparición de Epifanio Avilés Rojas.
La ofensiva contra de la guerrilla todavía incluyó estrategias políticas: como campañas de sanidad, el gobierno llenó la sierra de tiendas de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), que abarataron o regalaron los productos básicos, llegó la delegación del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) con la idea de atender directamente el sector cafetalero, trataron de manipular a los líderes naturales con los llamados cursos de orientación política que tenían también el objetivo de detectar a los simpatizantes o miembros de la  Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) y del Partido de los Pobres (PDLP).
El profesor Arturo Miranda Ramírez militante
 de la Asociación Cívica Revolucionaria (ACNR)
 detenido en 1972. Foto anexo fotográfico 
del informe de la Comverdad.

Esos cursos de orientación política fueron dirigidos especialmente a los comisariados ejidales y municipales, con la intención de conocer su posición ideológica, pues se sabía que muchos simpatizaban o se identificaban con los grupos armados. El resultado fue que depuraron a los comisariados y en algunos casos fueron detenidos por la Policía Judicial.
Y para desprestigiar a Genaro y a Lucio, se hicieron circular sus fotografías, con la leyenda de que eran delincuentes, bandidos dedicados a robar propiedades y mujeres. A la gente de los pueblos que estaba sin empleo le dieron trabajo, con buenos sueldos, en la construcción de los caminos y carreteras, con las que buscaban tener accesibilidad a las zonas más intrincadas. El gobierno también creó las llamadas Misiones Culturales con la intención de interesar a las mujeres en actividades como la costura, cocina, pintura, partos, alfabetización. Esas misiones dejaron de funcionar tan pronto desapareció la guerrilla del escenario.
Después, las campañas únicamente fueron de control militar. Los soldados tomaron hasta los pozos de agua donde se abastecía la gente. Estaban en los arroyos y no respetaban las zonas exclusivas donde se bañaban las mujeres. “Vivíamos de costillitas en nuestros propios pueblos”, dice un testigo. Fue cuando se desplegó la llamada Guerra Sucia implementaba por oficiales militares y policías entrenados en escuelas norteamericanas.
Lucio Cabañas hizo su propio análisis, de los movimientos del Ejército y en un discurso en la sierra recogido por Luis Suárez habló de un tercer tipo de campaña. “Entonces sitiaban barrios, se metían a los montes y golpeaban gente y robaban, y empezaron a matar, y mataron a un compañero en El Arrayán (Luis Reyes Vargas) y se robaron todas sus cosas, y agarraron al compañero Julio (Hernández), comisariado de San Martín y lo mataron a puros golpes, y agarraron a los estudiantes y les voltearon las bolsas y los colgaron y los soltaron vomitando sangre, derecho al hospital. Y así torturaban a la gente. Esta fue otra etapa ya más dura, donde venían aporreando al pueblo, a pacíficos”.
“De todo 1970… ya era la persecución contra los dos grupos: Genaro y nosotros. Entonces ya se metió helicóptero y se metió avionetas, y ya el ejército no puso emboscadas en los caminos y sitio en los pueblos, sino puso emboscadas en sitios, en puntos donde les parecía que íbamos a pasar algún día. En el tercer tipo de campaña, esta gente del gobierno trajo la primera campaña de sanidad… y el Ejército ya vino haciendo labor social: que cortando el pelo, que curando, uniformados, regalando alimentos”.
El 20 de abril de 1970, Genaro Vázquez estableció su campamento cerca de Tlaxcalixtlahuaca, municipio de San Luis Acatlán, a donde se trasladó con el propósito de eludir la persecución en la sierra de Atoyac, pero también  se proponía implantar otro frente guerrillero que permitiera dispersar al Ejército que se encontraba  concentrado en la selva cafetalera.
Pero sólo la sierra de Atoyac y la de San Luis Acatlán sufrieron los embates de la represión. También en Tecpan de Galeana se desarrollaron hechos lamentables en el ejido de Santa Lucía. “Como el 26 de abril de 1970 llegaron los pistoleros acompañados de los judiciales y de los guachos, buscando a todos los Urióstegui de La Palma, se llevaron a 13 hasta Chilpancingo. Ahí estuvieron 14 días incomunicados hasta que logramos sacarlos bajo fianza. No sabemos ni como pues desde 1963 les traían ganas: entonces llegaron al ejido los guachos y los aprehendieron junto con otros campesinos que se oponían a la explotación de Melchor Ortega. Los colgaron de un árbol a todos hasta que perdieron el sentido: entonces los bajaron, pero ya unos nunca volvieron en si…”, recogió Francisco Gómezjara en Bonapartismo y lucha campesina en la Costa Grande de Guerrero.
En San Luis Acatlán la presencia del grupo rebelde fue denunciada al Ejército por los caciques de la región más comprometidos con el gobierno. Lo que originó varias campañas militares en contra de la población, como la Operación Amistad, que el grupo de Genaro logró eludir gracias al apoyo de la mayoría de los campesinos de la región, pero ellos no pudieron escapar a la cruel represión que les impuso el Ejército. Hacia finales de mayo de 1970 desde el Campamento Revolucionario José María Morelos, la llamada dirección político-militar de la ACNR envió un largo comunicado donde denunciaba la muerte bajo tortura de dos de sus simpatizantes. Por ello los delatores fueron sometidos a “juicio revolucionario”, que significaba ajusticiamiento.
La madrugada del 18 mayo 1970 “fueron detenidos los jóvenes estudiantes Octaviano Santiago Dionisio, Josafat Hernández Ríos, J. Isabel Radilla Solís, Valentín Nava Loeza y Julio Castro Vázquez quienes estudian en Chilpancingo y Ayotzinapa, Gro. La detención fue en esta ciudad de Atoyac, al ser sorprendidos pegando panfletos y pintando fachadas, incitando a la rebelión y a la violencia armada, por instrucciones de los profesores Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Váz­quez Rojas, quienes operan como guerrilleros en la sierra de este municipio. También fue detenido al día siguiente el señor Julio Hernández Hinojosa, por la Policía Judicial y puesto a disposición de las fuerzas federales, siendo golpeado salvajemente, muriendo en la madrugada del día 20 del actual a consecuencia de los golpes en la instalaciones de la 27 zona militar de Acapulco”, se lee en la Monografía de Atoyac.
Julio Hernández Hinojosa, presidente del comisariado ejidal de San Martín de las Flores, acusado de colaborar con la guerrilla, fue torturado por miembros del Ejército con toques eléctricos, y lo castraron hasta matarlo. El teniente Vicente Sosa fue el responsable de esa muerte. Su caso se denunció en el video El Edén bajo el fusil. Los jóvenes detenidos y liberados el 21 de mayo de 1970 como Octaviano Santiago Dionisio, Josafat Hernández Ríos, José Isabel Radilla Solís, Valentín Nava Loza y Julián Castro Vázquez fueron testigos de su muerte.
En junio de 1970  cuatro miembros de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento intentaron secuestrar a José Becerra Luna quien estaba acusado de injustos cobros y despojos a los campesinos. Al resistirse Becerra fue ejecutado y por seguridad el comando se llevó a una hija de 14 años que luego liberó.
A los pocos días la Brigada Campesina de Ajusticiamiento realizó el primer secuestro que hubo en México, pues no se había llevado a cabo ninguno en toda la República. El primer secuestrado fue un ganadero de nombre Juan Gallardo Vega, efectuado la tarde del 24 de junio de 1970 en una zona llamada La Cueva municipio de Atoyac.  La brigada obtuvo rápidamente cien mil pesos por su rescate.
El 25 junio 1970, el periódico Novedades de Acapulco dio a conocer la noticia de que el ganadero Juan Gallardo Vega, de San Jerónimo de Juárez Guerrero, fue secuestrado en compañía de su mozo y un hijo, antes de llegar al poblado de Alcholoa cuando regresaba de su rancho ubicado en El Cerrito. Seis maleantes con armas de alto poder lo bajaron de su Jeep, y se lo llevaron al paraje conocido como Las Cuevas, donde fue salvaje­mente golpeado y amenazado de muerte si no entregaba la suma de 200 mil pesos como rescate.
En El Paraíso el 4 de julio a las 11 de la mañana fue balaceado el administrador de la Comisión Federal de Electricidad en Atoyac, Enrique Gutiérrez Ma­rroquín, por el subteniente del Ejército Antonio López Hernández.  
Mientras en San Luis Acatlán, el 15 de julio de 1970, gentes contrarias al movimiento guerrillero del rumbo de Tlaxcalixtlahuaca denunciaron al Ejército la presencia en la región del grupo rebelde encabezado por Genaro Vázquez pero éste fue alertado y salió con rumbo a la Ciudad de México, pasando por Ayutla. “Sin embargo, el 27 de julio de 1970, el grupo guerrillero tuvo que abandonar definitivamente la zona, debido a que la persecución se dio antes de que se consolidara el nuevo foco guerrillero”, recuerda Arturo Miranda, quien agrega: “El trabajo de implantación de la guerrilla en la sierra de Tlaxcalixtlahuaca tuvo como resultado que se unieran al grupo los campesinos indígenas: Antonio Espinobarros,  Marcial e Irineo Juárez Castro, Pedro Rentería, Leónides Mauricio, Prisciliano Rojas Flores y Sixto Flores Vázquez, entre otros”. Más tarde ese núcleo y la población sufrirían una de las más crueles represiones de parte del gobierno.
Y es que Antonio Espinobarros, del grupo de Genaro Vázquez, fue señalado como responsable de las ejecuciones de Paulino Aranza, Victoriano Rentería y Cosino Rosas, quienes denunciaron al Ejército la presencia del grupo guerrillero en esta región. “Efectivamente fueron ‘ajusticiados’, pero nada tuvo que ver el campesino Espinobarros, según aclararon sobrevivientes de aquel grupo. Evidentemente el Ejército propiciaba esa clase de acciones entre los  propios campesinos, como parte de su estrategia de contrainsurgencia”, sigue Arturo Miranda.
El 3 de septiembre de 1970 apareció en la revista Porque? un mensaje fechado el 2 de agosto, en el cual la ACNR denunciaba una tercera campaña militar contra el grupo y una violenta represión en contra el campesinado de la región de la Montaña.
Como consta en el oficio del 8 de septiembre de 1970 la “Operación Amistad” se realizó del 25 de julio de 1970 al 13 de agosto de ese año, con la participación conjunta de la 35 y 27 zonas militares. Oficialmente la “Operación Amistad” tuvo una duración de apenas dos semanas y media. Sin embargo, por información recogida en la zona, esta operación se realizó durante mayor tiempo, en una región más amplia y con estrategias y tácticas de contraguerrilla.
A partir del primero de diciembre de 1970, cuando Luis Echeverría Álvarez asumió la presidencia de la República, la situación se recrudeció y se hizo explícita la Guerra Sucia, estrategia que el Ejército mexicano siguió para combatir a estos grupos guerrilleros, mediante procedimientos de operaciones irregulares y totalmente fuera de la ley.
De regreso a la región de Atoyac, el 29 de diciembre de ese año, la ACNR secuestró a Donaciano Luna Radilla, gerente del Banco del Sur, S.A., en Atoyac, siete individuos disfrazados de militares se lo llevaron  de las inmediaciones del poblado El Camalote. Pidieron un millón de pesos por su rescate
En un comunicado fechado el 6 de enero, donde se adjudica el secuestro del banquero, la  ACNR denuncia “la represión del Ejército contra los pueblos indígenas de la montaña, los asesinatos bestiales por el 48 Batallón de Infantería en esta misma región de: Antonio Espinobarros, Irineo Juárez Castro, entre otros, así como la desaparición de Germán Espinobarros.  Todo realizado por el gobierno de los ricos que oprimen al pueblo trabajador nuestro.  Ello, no obstante, el señor Luna Radilla, detenido por nuestros combatientes armados, ha contado con trato personal considerado; brindado a sus familiares plazos convenientes y actitudes accesibles, para que cumplan con el impuesto asignado por la agrupación revolucionaria nuestra”.
El rescate, medio millón de pesos, se pagó el 5 de enero de 1971 y el 8 de enero  a las cinco de la mañana regresó a su hogar el señor Donaciano Luna Radilla, luego de estar diez días en manos de sus secuestra­dores que lo tuvieron en la sierra de Atoyac. Wilfrido Fierro dice que se pagó un millón de pesos por conducto del padre Ángel Martínez.



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